lunes, 30 de agosto de 2010

"N'oublie pas de vivre". En memoria de Pierre Hadot

Al finalizar el partido México-Argentina de la copa del mundo, decidí encaminar mis pasos hacia la exposición “El mundo invisible de René Magritte”. No pude escoger mejor momento, aquel domingo Bellas Artes estaba casi completamente vació y podía detenerme tanto como quisiera ante cada cuadro.
Me sorprendió profundamente descubrir detrás de la creación estética de Magritte una profunda reflexión sobre el lenguaje, sobre la incapacidad del pensamiento para representar objetivamente la realidad y la distancia así creada entre la humanidad y su entorno. Parte de su genialidad fue percatarse de las trampas de la razón humana, por lo cual no intenta “pintar la realidad” como creen hacerlo otros artistas, sino mostrarnos la brecha. Esto es particularmente evidente en el cuadro titulado El mundo invisible: una gran ventana se abre al océano, al horizonte, al mundo. Dentro de la habitación, una gran roca yace junto a la ventana, impávida ante el espectáculo de la existencia. El pensamiento es así, encerrado en la cárcel de sus razonamientos el ser humano no ve el mundo en tanto tal; sus criterios se lo hacen invisible, no le permiten sentirse parte de él.
El mundo invisible trae a mi mente la tragedia del Golfo de México: desde el 20 de abril de este año un estimado de 4 a 5 millones de litros diarios de petróleo se vierten en el mar sin control; 4 o 5 millones de litros de crudo intoxican irremediablemente a la vida marina, superficial y de aguas profundas. ¡4 o 5 millones de litros diarios! ¿Las reacciones humanas ante esto? Barack Obama dice que fincará responsabilidades y la compañía British Petroleum asegura que pagará por los daños. Ahora bien, ¿Cómo compensar a las algas, los delfines, los peces, las tortugas, las aves, el plancton, las babosas marinas, el coral, y demás seres muertos a causa del crudo? ¿Cuántos millones de dólares se requieren para “indemnizar” a la vida marina por haber hecho inviable su existencia en las aguas del Golfo? ¡La naturaleza no juega con nuestras reglas y no nos damos cuenta de ello! Como la impávida roca del cuadro de Magritte somos incapaces captar nuestro entorno, atrapados en la lógica capitalista, la cual solo mide pérdidas y ganancias económicas. No vemos el mundo, no nos percatamos de estar en él, somos parte del mundo y él es parte de nosotros; no experimentamos la existencia más allá de nuestra cotidianidad humanizada.
El filósofo Pierre Hadot (fallecido el pasado 25 de abril a los 87 años) escribió:
La condición humana es así. Para vivir, el hombre debe “humanizar” el mundo, es decir, transformarlo, tanto por medio de su actividad como de su percepción, en un conjunto de “cosas” útiles para la vida, en objetos de preocupación, de discusión, de ritos sociales y de valores convencionales. Así es su mundo. Y no ve el mundo en tanto que mundo. […]El obstáculo para la percepción del mundo no ha nacido en la modernidad, sino que está en el interior del mismo hombre. El hombre debe distanciarse del mundo en tanto que mundo para ser capaz de vivir su cotidianeidad, y debe distanciarse del mundo “cotidiano” para reencontrarse con el mundo en tanto que mundo. (El Sabio y el Mundo, 2003).
Nuestra existencia cotidiana está subordinada pasivamente al utilitarismo marcado por convenciones sociales y modelos económicos. Ante esto, a lo largo de la historia una rica tradición de ejercicios transformadores se ha propuesto poner a los seres humanos en camino hacia el encuentro con lo efímero, irrepetible y sorprendente de la existencia. Durante cerca de 60 años, Pierre Hadot se dedicó a estudiar estas prácticas y la forma como conducen al cultivo de una triple relación: con uno mismo, con los demás y con el mundo. Es significativo que en 2008, a sus 85 años y consciente de la cercanía de la muerte, titulara su último libro N'oublie pas de vivre, es decir, “no te olvides de vivir”; una antigua invitación filosófica aún pertinente en pleno siglo XXI.
El espantoso derrame de crudo en el Golfo de México (consecuencia del despilfarro de energía de las sociedades contemporáneas), la indiferencia de las masas ante el mismo, las absurdas promesas de “indemnización” de British Petroleum, el calentamiento global y sus devastadoras consecuencias, ¿no indican la urgencia de atender a ésta invitación de Pierre Hadot?
Pienso que muchas cosas consideradas por la sociedad de consumo como “inútiles” (creación artística, filosofía, psicoanálisis, jardinería, activismo social y todo aquello que transfigura nuestra locura ecocida) tienen en común el permitir realizar está antigua indicación. Luego entonces, “no te olvides de vivir”.

Moisés Hernández

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