sábado, 2 de abril de 2011

Corromper

Corromper
(Del lat. corrumpere).
2. tr. Echar a perder, depravar, dañar, pudrir. U. t. c. prnl.



De las 7 acepciones que encontré en el DRAE, está se ajusta a la imagen que la mayoría tenemos de esa palabra. No importa con qué ni cómo, la corrupción trastoca las valores que hacen posible la convivencia. Ofrecer un insentivo para lograr agilizar el trámite, evitar el castigo u obtener un favor, vender nuestros principios (y no por dinero), introducir a un niño en el juego sexual, nos deprava y fomenta un modo de actuar que se convierte en una idiosincracia ya. El estirar la mano para corromper o ser corrompido es uno de los actos que han derrumbado en los últimos años la sociedad. Situaciones como el narcotráfico, la pederástia, el nepotismo, sólo permean en una sociedad corrupta.

Informar, y formar, es la tarea que como sociedad debemos hacer en el día a día. El periodismo, visto como un 4to. poder de contrapeso, vé cercar su actividad informativa, ya sea por la misma corrupción desde dentro de su quehacer o por las presiones ejercidas para no expandir la información desde la neutralidad. Si el sistema político, la sociedad y el cuarto poder caen, se pudren, depravan y dañan, ¿hacia dónde vamos como individuos?

Ana Lilia Herrera, Activista Queer

Corrupción en la información


“Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, 
acabarás formando parte de ella” 
Joan Báez



Quien haya tenido la oportunidad de trabajar en un medio de comunicación, sea radio, televisión o prensa sabrá que la vida laboral en estos medio suele ser satisfactoria hasta que un día tu jefe te cita a su oficina y te llama  la atención por algo que dijiste o escribiste, sobre alguien o algún acontecimiento que no va con la “línea editorial” de la empresa.

Los incrédulos y soñadores que alguna vez pensamos que en los medios de comunicación se encontraba un espacio de denuncia e información real y fidedigna para las personas descubrimos en la práctica que no es así, tal como lo dijo un conferencista en un congreso de comunicación, los estudiantes de comunicación soñamos, y pensamos, que nuestra vida de reporteros va a ser como la de Clark Kent y Lois Lane, nos vislumbramos haciendo investigación periodística denunciando empresas y políticos corruptos, asesinatos y crimen organizado y todas esas cosas que hacen los periodistas gringos en las películas, sin embargo la realidad dista mucho de todo aquello que soñamos, la realidad es que sólo se publicará y te dejarán decir lo que para el dueño del medio, y sus intereses, sea conveniente.

Desde el momento mismo en que en la escuela se forman a profesionales de la información te enseñan la clasificación de la información según la “línea editorial” del medio, para muestra un botón, un reactivo de la guía del examen nacional CENEVAL para acreditar la licenciatura en comunicación pregunta lo siguiente: “Lea el siguiente caso y conteste la pregunta. Un periódico cuya línea editorial se describe como pro-empresarial, conservadora y cercana al gobierno federal, tiene las siguientes notas mencionadas en la junta de información del día. 1. Enfrentamiento entre Cementos Mexicanos (Cemex) y Banamex por problemas en los títulos de acciones. 2. Acuerdo entre la Secretaría de Educación Pública y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para impulsar la calidad educativa. 3. Inundaciones en Chiapas por las fuertes lluvias. 4. Mensaje de la Comisión Episcopal Mexicana sobre la carestía de la canasta básica. 5. Reporte de los mercados bursátiles de Estados Unidos y la crisis de las hipotecas. Con base en el caso planteado, indique la secuencia jerarquizada de las notas para la primera plana”. De un grupo de cuatro incisos (A,B,C,D), entre los cuales se hacen diferentes combinaciones la respuesta es el inciso A) 1,5,2,4 justificado de la siguiente manera: “La opción A es correcta, porque las dos primeras notas hacen referencia a informaciones empresariales que afectan al público principal al que va dirigido (el periódico), la tercera nota es de tipo oficialista y en la última nota, la fuente es la principal organización católica del país. Así la plana estaría completa.

El lector puede preguntarse cuál es el problema, bueno resulta que al tener medios “conservadores” y “cercanos al gobierno federal” difícilmente podemos obtener de ellos información sin maquillaje y no manipulada; como en el reactivo del examen existen cientos de medios en radio, prensa y TV que comparten los mismos perfiles, pero no sustentan sus lineamientos solos, detrás de ellos existen consejos o personas físicas, llámese dueño o empresario, que obtienen beneficios importantes, dependiendo de a favor o en contra de quién esté su empresa de comunicación, y lo último que les interesa es ofrecer información de utilidad para las personas, porque los medio no basan sus entradas financieras totalmente en venta de publicidad y propaganda, existen negocios que no se llevan a cabo en oficinas sino en restaurantes, cafés, clubs sociales y partidos políticos, sitios en donde se acuerdan campañas para embellecer o destruir imágenes públicas, sacar a la luz o tapar fraudes millonarios, desviar o concentrar la atención de las masas en algún hecho o fenómeno importante o sin importancia, entre otras cosas.

Uno pudiese pensar que lo único que tenemos qué hacer es evitar esos medios manipulados, pero ¿los puede usted identificar?, eso no es cosa fácil, una característica actual de los medio es que se han formado consorcios, cadenas y monopolios de la información, empresas grandes compran a las pequeñas que no tienen el capital para hacer las adecuaciones necesarias para seguir operando, ejemplo: el cambio de señal de TV análoga a TV digital, en pocas palabras los peces grandes se han comido a los chicos, grandes firmas como Televisa y TV Azteca tienen presencia en todos los ámbitos informativos y de entretenimientos habidos y por haber, existen publicaciones, canales y cadenas de radio que les pertenecen sin que usted amable lector tenga idea de si es de los Azcárraga o los Salinas Pliego, usted puede cambiar de estación, canal o publicación para enterarse “bien” sobre alguna información más apegada a la realidad sin saber que la siguiente opción pertenece al mismo consorcio y comparte la misma “línea editorial”. Nuevamente usted puede decir: ¿y cuál es el problema?, se lo explicaré con una situación que combina una escenario ficticio con la lógica del televidente promedio expuesta por la popular serie de dibujos animados Los Simpsons. Suponga usted que en la televisión, el noticiero que acostumbra a ver le dice que cierto político de un partido, contrario al que está en el poder, lo vieron caminando con una jovencita que no es su esposa por un centro comercial y hasta lo muestran en imágenes y lo tachan de rabo verde y corruptor de menores; usted muy probablemente lo crea porque como lo dice Homero Simpson “si lo dice la televisión, debe ser cierto”, con esto no quiero ofenderlo no tacharlo de tonto amable lector, lo que quiero es que comprenda el poder que ejercen los medios sobre nosotros y la posible manera en que puede manipular la información para que creamos lo que ellos quieran, no es algo nuevo, sin embargo solemos olvidarlo y mal interpretarlo, no todos lo medio son así, pero en ocasiones sucede algo gracioso, llega a pasar lo de Juanito, pero no el de Iztapalapa, me refiero a Juanito, el de Juanito  y el lobo, cuando los medios dicen una verdad nadie les cree, irónico ¿no?

El Diccionario de la Lengua Española nos dice, sobre la corrupción, que esta se refiere “en el caso de las organizaciones, especialmente en las públicas, a la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. Y como mencioné anteriormente, estos gestores vienen siendo los accionistas, presidentes y dueños de medios de comunicación, utilizan el poder mediático que tienen a su alcance para manipular la información, ya lo decía un diálogo de película de acción “en el futuro el arma más poderosa será la información, quien maneje la información tendrá el poder”. Si ha prestado atención hasta ahora se dará usted cuenta que por medio de este pequeño análisis que hoy comparto con usted, estimado lector, pudiera estar manipulando la visión que tiene sobre los medios de comunicación satanizándolos, o simple y sencillamente le estaría develando un aspecto que nunca se había detenido a pensar, la decisión la tiene usted, y es precisamente ese libre albedrío el que debe poner en practica cuando se esté informando, no se quede con lo primero que le digan, no se crea todo lo que ve o escucha, sea analítico, lea entre líneas, forme su propia opinión, siéntase libre y con derecho de generar su propia conclusión, los medios tienen la obligación de explicar lo que el público promedio no logra comprender, pero eso no debe ser un pretexto para manipular su manera de pensar, es más que obvio que si usted le va al equipo de fútbol América y una nota del periódico le dice que el arbitro les robó el partido usted estará totalmente de acuerdo con la apreciación de quien la escribió, y qué decir del caso contrario, siempre que escuchemos, veamos y leamos algo que coincida con nuestra opinión será grato a nuestra persona, sentiremos empatía, de lo contrario lo tacharemos de falso e injusto.

En esta ocasión colaboro en Contrafirma para tratar el caso de la corrupción en los medios de comunicación, desde mi perspectiva claro, usted tiene que formar su opinión, los medios de comunicación han prostituido su función, han sido corrompidos de manera descarada, se ha abusado de la “libertad de expresión”, poder burlarse de los políticos, caso Fox, no es libertad de expresión y aún cuando hoy en día se supone que esta existe sin problema alguno se dan casos en donde se demuestra lo contrario, como sucedió en el caso Aristegui-Calderón.

El poder de los medios los hace ver como una posesión muy valiosa, quien busca el poder busca controlar la información, en estos días en los que somos bombardeados con toneladas de información es responsabilidad de nosotros los usuarios y consumidores el separar lo que nos es útil y lo que es basura, es nuestra responsabilidad como consumidores exigir respeto hacia nuestra persona, participar ampliamente en la creación de la información, reportar lo que ocurre, opinar en los foros y alzar la voz cuando no estemos de acuerdo, esa hidra llamada medios masivos de comunicación puede ser controlada, pero para ello debemos saber bajo el control de quién se encuentra, de dónde viene y cuál es su objetivo, le parecerá reiterativo al tema pero para aceptar la información que nos proporcionan los medios debemos confrontar esos datos con más información, de lo contrario podemos quedarnos sentados o con los brazos cruzados creyendo todo lo que nos dicen, al final usted tiene el poder de elegir lo que quiere ver, escuchar, leer y por supuesto de creer o no creer.

Eduardo Vargas, Comunicólogo.


¿Rescatar los valores?


Es lugar común escuchar en charlas, radio o televisión: “se están perdiendo los valores”. A la vez que se hace llamado a retomar actitudes tradicionales y salvar a la sociedad, la familia y a los valores tradicionales. Es comprensible esa actitud si consideramos los acontecimientos de violencia, apatía social, tráfico y consumo creciente de estupefacientes, descrédito de las instituciones públicas del Estado y la constante exigencia sobre el individuo de más y más competitividad.

En muchos casos se implementan desde las ONGs, el Estado mismo (caso del  municipio del Centro a través de su Coordinación de Valores) o las universidades, programas para recuperar, para rescatar nuestros valores. Sin denostar la legitimidad de tal pretensión, cabría preguntarse en primer término si las acciones emprendidas para realizar el rescate de los valores puede tener éxito y en qué sentido: ¿se pueden rescatar los valores?, ¿quién los secuestró?

Los valores no son cosas, no pueden tratarse sustantivamente, no son objetos. Valor es la palabra que utilizamos para apreciar o darle importancia a juicios, acciones o actitudes deseables en nuestras vidas; así, un litro de agua en Tabasco tiene poco valor si lo comparamos con la tremenda importancia que tienen ese mismo litro si vamos cruzando en caravana por el desierto de Baja California. El asesinato se considera despreciable si se comete como acto de abuso o depredación (las masacres de inmigrantes sudamericanos en México) pero tiene mejor recibimiento cuando se comete como legítima defensa (cuando el ejército da “golpes al crimen organizado”). Idealmente palabras como honradez, respeto, tolerancia, solidaridad, etc., suelen invocarse como ejemplo de valores, pero sucede que tales no ocurren de modo aislados sino en el contexto de acciones concretas y específicas de la vida humana individual y colectiva. Imagine a una persona que en todo momento dijera la verdad sobre lo que piensa, tarde o temprano se volvería insoportable para los que la rodean.

Los valores se cristalizan en la moralidad social, es decir, en las reglas que sigue una colectividad en la realización de ciertos valores comunes. “Desde su nacimiento, el individuo está inmerso en un mundo social que imprime en su comportamiento usos y costumbres establecidos y, en sus creencias e intenciones, preferencias consensuadas. Éstas se expresan en reglas, tácitas o proclamadas, cuyo cumplimiento permite la realización de virtudes aceptadas. El individuo sigue esas reglas, se adecua a las convenciones morales sin tener que ponerlas en cuestión.”(Villoro L. 2000, S XXI ed., todas las citas aluden a esta referencia). La formación del individuo lo imbuye en un mundo que le precede al nacer, lo nutre con reglas y costumbres que están muy lejos de su comprensión porque no aluden al raciocinio sino al “deber ser”, de ese modo, el individuo actuará teniendo como referencia aquellos comportamientos ponderados por la moralidad social que lo cobijó, no los analiza ni los critica, los acepta o se opone a ellos. “En el seno de la moralidad social existente, la persona adquiere las actitudes sociales que permiten una convivencia ordenada y una colaboración recíproca; hace coincidir sus impulsos egoístas con actitudes de beneficio a la colectividad. En la moralidad consensuada, sin necesidad de crítica, el individuo se socializa; al socializarse, desarrolla una dimensión moral.” Es decir, adquiere los valores (la moral) vigentes en la sociedad donde nace.

Como las colectividades cambian con el paso de la historia, las moralidades sociales también, de modo que los valores no desaparecen sino se transforman, cambian en función de las prácticas sociales implementadas por una colectividad viva. La forma en la que los miembros de tal colectividad “deben ser” va cambiando porque es la socialización y no la instrucción (educación formal) la que tiene mayor poder movilizador para que los individuos actúen, es decir, tiene mayor peso lo que un individuo ha llegado a “Ser” en el seno de determinada sociedad, que aquello que sabe intelectualmente.

La impresión popular de que “se están perdiendo los valores”, se comprende entonces si observamos que dichos valores tradicionales fueron los vigentes para nuestros abuelos (o padres en muchos casos). Los famosos “valores tradicionales” fueron aquellos que podían sostenerse gracias a una autoridad moral poderosa: La Iglesia, el Estado, los padres, etc., sin embargo, el mundo contemporáneo ha visto caer estos grandes referentes en cuanto a su capacidad de hegemonía social. Las maneras en las que los individuos debían “Ser” eran dictadas por estas instituciones y los sujetos no cuestionaban su autoridad. Hoy día la dinámica social es otra. Tenemos ahora unas colectividades marcadas por el vacío al cual han dado paso los derrumbes de las  grandes figuras de autoridad. La proliferación de cultos y sectas, el “aburrimiento” generalizado, el exceso de productos y marcas ofertadas por televisión que prometen hacer la vida fácil, el drástico incremento de diagnósticos psiquiátricos, etc., son sintomáticos de una colectividad ávida de amos, de nuevos dioses que le digan cuál camino seguir. El “rescate de los valores tradicionales” es otro costado del mismo gesto desesperado, es la vuelta al paraíso perdido, a la sala de una película que ya terminó. ¿Qué película corre ahora?

Antes de emprender algún rescate, considero importante abrir los ojos a la situación presente; ¿a qué le está dando peso nuestra sociedad? La situación de descomposición (corrupción) social que atravesamos ¿está ligada al mercantilismo, al hedonismo, a la política, al sin sentido, al vacío inherente a la condición humana? Cualquiera sea la respuesta, debe estar mediada por la ética, es decir, por la reflexión y la crítica de la moral en turno. Por el ejercicio reflexivo de la libertad. No la entronización de nuevos salvadores sino la revisión seria de la moralidad social. Ésta tendría que remitirnos a las preguntas básicas ¿qué es el ser humano?, ¿hacia dónde queremos ir?


Angel Pereyra, Mto. en Filosofía

En México se paga hasta por ser inocente


Cuando leí El proceso de Franz Kafka hubo un momento en que me angustié por lo que el autor planteaba en su novela: en este mundo de leyes hechas por el hombre, todos somos culpables. Me pareció angustiante y hasta me hizo desistir terminar de leerla, pues todo lo que vivió el Sr. K en su proceso -salido de la nada- me pareció absurdo y loco a la vez. Sin embargo, ahora que me ha tocado estar muy cerca de la ley, por circunstancias adversas a mi familia, me doy cuenta, clara y horrorosamente de la gran verdad que enuncia la novela y que el artículo 18 de la constitución mexicana que dice “se presume que todo acusado es inocente hasta que se pruebe que es culpable” y en el artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, sólo se queda ahí, en el decir, pues en el paso del dicho al acto de aplicarla cuando es requerida, esta frase se invierte  y parece ser que todas las leyes inscritas en los juzgados están hechas para que todo aquel que caiga en sus manos ´sea culpable hasta que se demuestre lo contrario´ tal como sucedió a unos amigos y a mi cuñado, coincidentemente, unas semanas atrás.

Cuenta una amiga que a su esposo cuando salía de una tienda lo detuvieron cuatro hombres que decían pertenecer al sistema judicial. En un primer momento este se opuso a la detención pues sabía que nohabía cometido delito alguno y como los judiciales insistieron en que él era culpado por robo les pidió la orden de arresto y las credenciales que los acreditaban como judiciales pues los cuatro iban vestido de civil. Mi amiga cuenta que su esposo entró en un estado de shock pues la desconfianza que esos cuatro hombres le transmitieron le hizo pensar en un posible secuestro. El caso es que cuando lo presentaron esposado ante la persona que lo acusaba, esta negó que fuera él el delincuente y lo dejaron en libertad. Mientras tanto el rato de zozobra en que estuvo, nadie se lo quita, pues estar en la mano de la justicia para él fue equivalente a estar en la mano de la injusticia.

Mi cuñado tiene qué trasladarse a su trabajo por carretera federal, y en estas últimas fechas han estado haciendo trabajo de mantenimiento. Él, al mirar el señalamiento de uno de los trabajadores que le indicó detenerse, bajó la velocidad y se detuvo. Lo mismo hizo el conductor del auto que le seguía pero el que iba detrás de este, un taxi, no pudo frenar a tiempo y colisionó fuertemente con el segundo coche y éste con el primero que era el de mi cuñado. El chofer del taxi en un momento inadvertido por los otros se dio a la fuga y cuando llegó el federal de caminos, después de momentos de plática, detuvieron a mi cuñado y al otro conductor del auto golpeado porque hubo heridos en el taxi y mientras no apareciera y compareciera el chofer causante del choque estos serían los responsables de las personas heridas. Y así, sin deberla ni temerla, además de salir afectados sus coches, ambos conductores pagaron el precio de su inocencia en ese accidente con dos días y una noche encerrados en los separos de la Procuraduría General de Justicia,  pagando unos buenos miles de pesos cada uno para tener derecho a la libertad y además, de dar unos cientos de pesos clandestinamente a los celadores para que los ahora “culpables” del hecho fueran tratados “humanamente” mientras estuvieran encerrados.

Cosa similar le ocurrió a una compañera de trabajo, quien iba en su coche manejando en la noche y de pronto se le atravesó un hombre en la carretera, esta frenó pero no pudo evitar darle un golpe y este cayó al asfalto. Lo primero que hizo ella fue bajarse y ver al hombre que resultó con algunos raspones en la cabeza y estaba ebrio. Llamó a la ambulancia pero él no quiso ser atendido y se fue a su casa. Cuando llegaron los agentes de tránsito el atropellado ya se había ido, y aunque mi compañera les dijo que ella venía manejando con prudencia y que este había salido repentinamente a la carretera, la llevaron detenida bajo el argumento de que el hombre podía levantar una demanda en su contra. El caso es que el hombre no apareció en toda la noche ni en los días venideros y mientras tanto, cuenta la maestra, se la llevaron esposada y la metieron a una celda tratada como una delincuente y que cinco horas después salió, no porque el afectado no haya ido a declarar en su contra o a su favor, sino porque su marido tuvo que soltar unos miles de pesos para que la dejaran libre, con la consigna de que la averiguación quedaría abierta por si se presentaba el “afectado” a declarar. 

Entonces nos damos cuenta de que en esta sociedad de instituciones corruptas no importa si eres culpable o inocente y que sólo sale libre aquél que puede pagar la cuota que le asignan entre la fianza, el carcelero, los abogados, jueces y otros funcionarios; o aquel que mantiene relaciones públicas con algún influyente quien con sólo hacer una llamada por teléfono a quien esté a cargo del caso le indique lo que debe hacer al respecto. 
Queda  la interrogante ¿yo de qué lado estoy? Pero sobre todo ¿yo, quién soy, qué soy en esta sociedad al parecer inevitablemente corrupta? ¿Soy uno más del montón que por x o y causa no puede destrabarse de la telaraña soberbia y corrupta del poder o soy un Zavalita, protagonista de la novela Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa, quien pagando el precio del exilio familiar y social en un Perú corrupto, logró ser en un lugar donde pareciera que lo único que no se puede es ser? Tú ¿de qué lado estás?




Magnolia Vázquez, Mtra. en Letras

"Durmientes activas", crítica al libro "La espera"


Es un texto que engaña por su extensión, empieza dejándose leer con cuidado aterciopelado para poco a poco irse enraizando en los dedos, para no soltarlo hasta terminar la lectura. La tesis es subversiva de principio, imaginar a la bella durmiente asumiendo el rol activo y no el pasivo parece un contrasentido, ¿qué acaso su encantador mote de bella durmiente no le confiere por definición un sentido de pasividad? Entrecruzando la mirada, la espera y la seducción la autora, Kelly A.K. nos lleva de paseo para deconstruir el encanto de una Maja vestida, en una Maja dormida, los ropajes, o la ausencia de ellos, como en el cuadro de Goya, son secundarios, es el erotismo pasivo lo atrayente de una mujer que espera y hace esperar. Partiendo del aura benjamiana, se empiezan a poner sobre la mesa los elementos que harán de una mujer dormida una bella durmiente, ese aire particular, ese estar y no estar que bordea lo virginal crea el hilo conductor erótico que posibilitará el inminente encuentro con el príncipe, sea la forma que éste adopte. Desde la tesis que presenta La espera, se exponen temas que el lector debe desdoblar, se tienden puentes reflexivos que se deben cruzar y avanzar de manera solitaria. Ya que lo mirado me mira desde antes, desde otra posición muy particular, la posición del príncipe queda en entredicho, pues ¿qué lo constituye como tal? El príncipe no crea a la bella durmiente, es ésta la que con su doble juego involuntario de pasividad/actividad hará de un anciano perverso o un joven buscador de aventuras un verdadero príncipe. Ella, con ese poder que tiene por el hecho de estar dormida, transforma la realidad a su alrededor, colocando en la posición de pasivo al que a buscarla fue. ¿Llega la bella durmiente a ser una femme fatale? La autora se cuida de no eliminar del todo el aura que, a manera de burca, coloca al principio de su escrito. Al final del texto es una bella durmiente pero nos la deja con la carga erótica de quien espera. ¿Quién despierta a quién? La bella esperó (to wait) y ahora el príncipe espera (to expect), al parecer este enroque es parte de la seducción que envuelve esta relación, y es que la bella, otrora durmiente, deberá llenar la expectativa del que la esperó, de eso que la experiencia erótica le indicó que había más allá, siguiendo a Bataille, en quien La espera se apoya. Astutamente, la autora va tomando elementos para construir una bella durmiente que al empoderarla no disminuya su carácter femenino. Barriendo la imagen de la bella durmiente, va desde 1634 hasta la narrativa contemporánea de La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata, y poco a poco la imagen fragil heredada a priori va tomando la forma que ella desea, la que la tesis promete desde la introducción. Toda esa carga erótica se concentra en la bella recostada que de manera perversa se nos insinúa inocente y pasiva. ¿La espera intenta corromper la imagen tradicional de la bella durmiente? Partiendo de la etimología de corromper, claro que La espera corrompe,  trastoca los cimientos de una tradición hasta ahora incuestionable: la bella durmiente sólo espera, cuando en realidad hace mucho, mucho más.

Alejandro Ahumada, Diseñador y Psicólogo

Diseño corrupto

Hace unos días, cuando me solicitaron que escribiera algo referente a la corrupción en el diseño, de entrada, el tema se me hizo ajeno; sin embargo, después de analizarlo me pareció lo contrario y por demás interesante al igual que vasto.

Durante el tiempo que he ejercido esta profesión por la que siento un profundo respeto y una gran pasión, me ha tocado ver de todo y pasar por todo, tanto en los proyectos que me son encomendados como en la docencia.

La palabra corrupción viene del latín corruptus, que significa “destruir o romper” y se relaciona directamente con la confianza. Es decir, quien incurre en la corrupción rompe o destruye la confianza que los demás han depositado en esa persona. Corrupto, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define esta palabra como algo o alguien que se ha dejado sobornar, pervertir o viciar.

Ahora bien, ¿cómo, entonces, en el diseño pueden darse casos de corrupción? Si nos remontamos al origen, a las aulas de la universidad, donde el futuro diseñador se formará, podremos ver muchos ejemplos. A continuación presento uno que me tocó vivir.

Hace algunos años, mientras impartía la materia de Identidad visual, solicité a dos alumnas que diseñaran el logotipo para una empresa que operaba sin fines de lucro y cuya labor social era bastante loable. El logotipo, así como el resto de su identidad visual serían determinantes para proyectar una imagen profesional, mediante la cual se obtendrían fondos para seguir operando. El día que a las jóvenes les tocó hacer su exposición, presentaron una solución gráfica que era idéntica a otra que había sido publicada por una reconocida editorial a nivel internacional; de hecho, ningún trazo cambiaba si ambas se superponían. Negaron todo y hasta se indignaron ante mi llamada de atención. Así que en la siguiente clase decidí llevar el libro para demostrar que lo que decía era cierto. Las dos jóvenes se quedaron sin argumentos y fueron remitidas al consejo académico; ahí declararon que ellas no eran culpables, pero admitieron que le habían pagado a un compañero, también diseñador, para que les hiciera el trabajo y que jamás imaginaron que esa persona haría un plagio. Si por alguna razón esta acción poco profesional no hubiera sido detectada a tiempo, la empresa contratante hubiera incurrido en un delito, al igual que las “creativas” y el “solidario” compañero que por unos pesos las “ayudó”.

Imaginemos lo anterior en un contexto distinto donde podremos evidenciar mejor lo grave del caso. Pensemos que un profesor de la carrera de Ingeniería civil solicita a los alumnos de octavo semestre el cálculo estructural para ganar un concurso de un edificio que está a punto de ser construido. Éstos, por negligencia, flojera o apatía acuden a otro compañero, quien copia literalmente los cálculos de un edificio cuyas características y dimensiones son muy diferentes y cuya carga es bastante menor. Ahora, supongamos que el profesor no se da cuenta del error y el proyecto, por alguna mala jugada del destino, gana. No quiero imaginar ni por un instante la evidente catástrofe en la que, con toda seguridad, muchas personas perderían la vida.

Veamos el siguiente ejemplo hipotético. A un diseñador profesional le es encomendado un proyecto: el diseño de un empaque para una bebida energética. El cliente le explica las bondades y ventajas del producto; sin embargo, omite que a la larga tiene efectos secundarios irreversibles: daño al sistema nervioso central, al corazón, a los riñones y al páncreas. El diseñador, confiando en la información que le fue proporcionada, comienza a trabajar en el proyecto. Con el fin de conocer más acerca del tema, investiga y encuentra bibliografía donde descubre lo que el cliente omitió. Así que solicita una nueva reunión. El cliente trata de tranquilizarlo explicándole que hay muchas bebidas similares en el mercado y que ninguna menciona estos daños. El sentido común del diseñador le dice que algo no está bien y que la explicación del cliente no es del todo convincente. Le hace ver que esto es serio y que está de por medio la salud; incluso, la vida de mucha gente. El cliente minimiza la observación y le menciona que si logra hacer un empaque atractivo y vendedor, promete darle más trabajo, garantizándole ingresos permanentes durante un largo período de tiempo. Ante tan tentadora oferta, el diseñador accede y crea un envase y etiqueta espectaculares. En cuanto es lanzado al mercado, las ventas se disparan dramáticamente y la bebida se convierte en un fenómeno mercadológico. Dos meses después aparece un comunicado en los principales periódicos nacionales, los encabezados hablan de gente hospitalizada en estado crítico, muy grave y muchos han comenzado a morir a causa de una nueva bebida energética, curiosamente, la misma que este cliente sin escrúpulos había lanzado al mercado, apoyado por un diseñador ambicioso. Reza el dicho, “tanto peca el que mata a la vaca como el que le detiene la pata”.

Otro caso hipotético podría ser el que planteo enseguida. Comienzan las elecciones populares para elegir a un nuevo alcalde. El candidato convoca a su equipo de trabajo y solicita el apoyo de una empresa de diseño para realizar la identidad visual que dará personalidad a la campaña. Como dato importante, cabe mencionar la pésima reputación del candidato, así como los malos manejos en los que se ha visto involucrado durante su trayectoria política. Por consiguiente, debe recurrir, además, a una agencia de mercadotecnia para crear toda una estrategia (marketing político) que reconstruya su reputación. El despacho de diseño tiene que lograr que, visualmente, la campaña invite a la votación por este sujeto y que, además, ayude a que se muestre confiable, humilde y preocupado por los intereses del pueblo. “Si ganamos, durante toda mi gestión serán mi despacho de cabecera, el que se encargará de manera oficial de la comunicación visual del gobierno municipal. Habrá trabajo y mucho dinero [del pueblo, por supuesto]”, explica el político, con cierto aire irónico, a los diseñadores y mercadólogos.

Creo que está por demás ahondar en el caso descrito arriba, sabemos bien lo que sucederá; siempre habrán muchos dispuestos a ser cómplices del engaño. Por fortuna, también habrán otros -los menos, por desgracia- que rechazarán la tentadora oferta. Si el nefasto candidato gana, también sabemos cuál será el final de la historia a la conclusión de su mandato. Pero, ¿cuál será la de los diseñadores involucrados? Dejo a los lectores sacar sus propias conclusiones.

Último caso hipotético y uno de los más comunes: la crema milagrosa. Un laboratorio mediocre, a punto de irse a la quiebra, necesita urgentemente un producto que lo salve del inminente fracaso que se avecina. Los socios se reúnen y deciden hacer una riesgosa jugada, cambiar la identidad de una crema lubricante para venderla como “un maravilloso producto anti-edad”. ¿Les suena familiar? ¿Han visto algo así en alguna parte? Seguro que muchos lectores -sobre todo, lectoras- se han topado con estos frecuentes engaños. Como la situación financiera de la empresa no es la mejor, buscan a un diseñador freelance (independiente). Hablan con él y le explican que necesita tomar una serie de fotografías de varias personas que ya comienzan a mostrar los estragos del tiempo en su cara y que debe retocarlas digitalmente para que parezcan más jóvenes. En pocas palabras, hay que trabajar las imágenes en Photoshop, un programa de edición y manipulación digital. Eso sí, es importante conservar las tomas originales, a fin de mostrar el dramático “antes y después”. La campaña publicitaria se apoyará en las fotografías para persuadir (¿manipular?) al mercado y vender la crema. El diseñador propone que es mejor presentar los casos de estudio reales. El cliente le explica que la documentación se extravió y que por ello es necesario hacer lo que le está solicitando. A sabiendas de que esto es un fraude, el diseñador accede, pues no le parece algo grave. El resto de la historia también la dejo para que cada quien la concluya como mejor le parezca.

Si tuviera que hablar de más casos, seguro este artículo terminaría convirtiéndose en un libro y, luego, en una colección de varios tomos. A lo largo de la historia la corrupción siempre ha estado presente en todas las disciplinas, sería ingenuo suponer que en el diseño gráfico el fenómeno no se da. Debido a que el mercado y hasta el diseñador mismo, en ocasiones, entienden a esta profesión como arte, lo cual es muy triste y vergonzoso, minimizan lo delicado del tema. Aun cuando el arte posee un estrecho vínculo con el diseño de la comunicación visual, su función es harto diferente. El artista trabaja para sí mismo, el diseñador lo hace para lograr un objetivo: comunicar de manera organizada, eficiente y eficaz un mensaje que será decodificado mediante la vista.

El ser humano, al contrario de la mayoría de las especies animales, salvo casos como ciertas aves y felinos, confía en su sentido más desarrollado, el de la vista. El diseño gráfico puede convertirse en un arma poderosa que, sutilmente, es capaz de manipular. De ahí lo grave del escaso entendimiento de sus alcances.

De igual manera, ser corrupto no se limita solamente al soborno, también está ligado con acciones negligentes por parte del prestador del servicio. Por ejemplo, cuando le es solicitado un trabajo y con plena conciencia lo hace mal o con descuido, a pesar de que conoce el daño que puede causarle al cliente. También, cuando suele adjudicarse los créditos que le corresponden a otro u otros. Cuando intenta resolver un proyecto y sin conocer a fondo la problemática no informa al cliente de su incapacidad para solucionarlo de manera adecuada.

Con base en los casos y puntos de vista que expongo antes, considero que los valores éticos y morales en el ejercicio de la profesión del diseño gráfico son un asunto de alta prioridad. Las universidades deben incluir una materia que aborde el tema y ahonde en él durante toda la carrera, a fin de formar diseñadores éticos y conscientes del impacto de su trabajo en la sociedad y en la economía. No se trata de darles una “embarrada” sino de sumergirlos en la problemática y obligarlos a pensar, razonar y sacar conclusiones.

Es un hecho que nunca dejará de existir el frijol en el arroz: el diseñador que nació para ser corrupto, pero si no propiciamos el cambio ni insistimos en la importancia de los valores, el arroz se saturará de frijoles y, tarde o temprano, éstos siempre terminan agriándose.

Juan Carlos García, Lic. en Diseño Gráfico


Niñez, adolescencia y transgresión

Los niños y adolescentes marginados que viven en México, es decir la mayoría de la población total de menores de 18 años, pasan a formar parte de una juventud donde la función educativa ocupa un lugar cada vez menos importante en sus vidas. Es la calle y sus bandas, sus pandillas, la zona de socialización urbana que mas los seduce, los invita, los acoge, los protege, y les impone sus reglas y su cultura. Así el pasaje socializante de la niñez a la pubertad  o de la pubertad a la adolescencia tiene lugar, cada vez más en la calle. En gran número también las familias, predadoras y violentas  los empujan a salir a buscar algo mejor, pues la institución familiar también decae progresivamente en cumplir su función conductora, delimitante y diferenciadora, por la vía de la normatividad y la ley. Esto es bastante claro con respecto a la ausencia de padre o de padres inmersos en la ilegalidad, la transgresión o el analfabetismo disfuncional.  Las nuevas generaciones paulatinamente vienen al mundo de la socialización y los intercambios primarios, sin haber pasado por la transmisión normativa, lo cual los hace más atrevidos, impetuosos, y refractarios a una conducción educativa. En la calle, los grupos generan su propia cultura, sus reglas de convivencia, su manera de hablar y de vestir y su propia ley que termina siendo la ley de la calle, la ley del más potente.  Expuestos a la intensidad sin mediaciones normativas, las drogas, la violencia, la delincuencia, van ganando terreno en sus vidas. En este sentido podemos decir que estamos asistiendo al fracaso civilizatorio de la función escolar. Es decir el Estado cada vez más deja de tener injerencia delimitante y formadora en la conducción de los potenciales ciudadanos que integran una nación. Es una de las lecturas que acepta la creciente deserción escolar.  De esta manera las bandas juveniles convencen fácilmente con sus nuevas reglas, sin proyecto ni pacto social, sin más porvenir que el consumo inmediato que rodea la vida transgresiva y su consecuente derroche de dinero inmediato, temerariamente obtenido. La posibilidad de convertirse en adulto es para ellos demasiado lejana, casi improbable, sus parámetros psicosociales no alcanzan a generar proyectos de vida. Sus planes no van más allá de un futuro inmediato.  En este contexto de varias generaciones de transmisión normativa deficitaria se empiezan a conocer los casos de adolescentes transgresores que a los 16 años tienen ya una carrera de adicciones y actividades delincuenciales. La degradación de las condiciones normativas estructurales que hacen posible la reproducción de la vida, favorecen  estos fenómenos preocupantes que indudablemente van en aumento. Es decir los números y porcentajes de medición poblacionales que documentan  el aumento de la delincuencia tienen su origen en la caída de la legalidad, la normatividad, la Ley y sus otrora figuras e imágenes representantes. La imagen emblemática de quien representa el orden normativo ha dejado de ser verosímil, no existe más. Ha de observarse de manera urgente que nuestro proyecto civilizatorio está perdiendo la capacidad de incorporar a su población a una vida integrada a los intercambios necesarios que hacen posible la vida dentro de los parámetros de la normatividad, la reciprocidad, y el pacto social. 



Edwin Sánchez, psicoanalista y catedrático

A propósito del “caso Kalimba”

Hace varios años casi no veo tele, mucho menos Televisa o Tv Azteca, pues los contenidos de estas últimas me parece que no merecen mi atención. Pero la televisión nos persigue, parece ser omnipresente, permea nuestras vidas aunque intentemos resistirnos a ella, llena los titulares de los periódicos con sus personajes, sus “estrellas” sin ningún mérito académico dan conferencias y pontifican sobre cómo debe ser la vida y cuales los valores que debemos seguir; la tele también se inmiscuye en la política y sus actrices se han casado hoy y ayer con políticos, haciendo de ello un show mediático y hasta ridículo del que las multitudes están ávidas. Así, parecía imposible no toparse aquí y allá con el  “caso Kalimba”. No voy a reseñar algo que muy probablemente el querido lector también ha tenido que padecer en todas partes, más bien quisiera narrar algunas ocurrencias  a propósito de este asunto.
  
Por principio, sin tomar partido por el acusado o la acusadora, sino mirando el caso en contexto, cuando México vive una situación de desintegración social y económica pasmosa, ¿qué relevancia tiene el feroz seguimiento por parte de los medios de una acusación que a fin de cuentas es un asunto de particulares? Se diría que se trata de una figura púbica y por tanto, su vida y aún los detalles de su intimidad le pertenecen a su público, pero, ¿qué hace de esta persona patrimonio o propiedad de los telespectadores? Y ahora no se diga que su talento, pues francamente dudo de ello, ya que sin haberle prestado atención a su música, dudo mucho que él escriba sus propias canciones por una sencilla razón: Kalimba no sabe escribir.

No se trata de que nuestro personaje no haya pasado por educación primaria y tenga tal vez hasta título universitario, pero, de la misma manera que arañar una guitarra no es hacer música  o poner en línea las piezas de un rompecabezas no supone haberlo armado, Kalimba, aunque habla y sabe usar un lápiz o un teclado de computadora, como muchísimos mexicanos, es un analfabeta funcional. Desde que existe twitter podemos estar al tanto de la capacidad de las personas para poner dos ideas juntas sin pasar por la corrección de estilo, y si entramos a la cuenta del cantante encontramos cositas como éstas:

Que nustros (sic.) gobernantes se presionen a cumplirle a un pueblo justo y unido. No lo haran (sic) con uno que se hace de la vista gorda como nosotros (sic).

Algunos" harry poter" (sic), otros "el secreto"(sic), algunos bibliografias (sic), algunos "libro baquero"(sic). Asi (sic) que porque (sic) yo no mi biblia. Be blessed.


No me detengo a comentar cada error ortográfico, pero es evidente la ausencia de acentos, el uso incorrecto de mayúsculas, la sustitución de una letra por otra, así como algún error de sintaxis y finalmente la falta de elegancia en la forma de expresión. Vemos entonces que no sólo los personajes ficticios de la televisión mexicana  (pensemos en ejemplos como Marimar) tienen dificultades con el lenguaje, sino aún las personas de carne y hueso que les dan vida en las telenovelas y otras producciones similares. También en mi experiencia como profesor universitario he constatado una y otra vez los problemas  bastante generalizados de expresión oral y escrita, así como de comprensión de textos que es posible encontrar en la población estudiantil y aún en los profesores (recuerdo alguien que a pesar de haber ocupado un puesto directivo en una universidad no puede escribir siquiera un párrafo).  Pero todo esto no tendría por qué extrañarnos, pues en el espejo de la televisión los mexicanos tienen problemas de expresión, así hay  incluso un programa que se llama “Cien mexicanos dijieron” (sic.) conducido por “el Vitor”, un microbusero encarnado por Adrián Uribe, quien hablando no da una.  

Wittgenstein escribió alguna vez “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”; es decir, la experiencia que tenemos de la realidad está construida por medio de las palabras. Las palabras nos permiten “ver” el mundo, pues sin ellas sería solo una masa caótica de estímulos. Y por otro lado, las palabras no existen sueltas, sino articuladas, estructuradas, pues el lenguaje funciona como un juego social (Wittgenstein lo llamaba “juegos de lenguaje”); el lenguaje instaura campos de posibilidades, relaciones con los otros, “formas de vida”.   Y Televisa, consciente o no de ello, se ha ocupado de erosionar y desarticular el banco de posibilidades expresivas de la población de nuestro país, limitando la posibilidad de la gente para “ver” el mundo, “pensar” la realidad o siquiera “decir” algo sobre ella.

Moisés Hernández, Filósofo