jueves, 30 de diciembre de 2010

Nostalgia


La añoranza es el camino previo a convertirse en estatua de sal
Enrique Múgica Herzog (1932-?) Político español





El planeta está invadido por la nostalgia, ese sentimiento se respira, se come, se viste, se ve, se escucha, se odia, se quiere, pero no se ignora, nadie está ajeno a ella, sí ella, el hecho de no ser de carne y hueso no quiere decir que no se le puede dar un sexo y tratarla como algo más que un sentimiento. Si bien siempre nos acompaña en algún momento de nuestra vida, la nostalgia ha sido utilizada en beneficio de las televisoras, disqueras, diseñadores, comerciantes, artistas, escritores, pintores y muchos más, la esencia de la nostalgia es la creencia generalizada de muchas personas que pensamos que en años y décadas pasadas las personas estaban mejor de lo que están ahora.

La vida tumultuosa en la que nos desempeñamos en la actualidad nos hace añorar los tiempos pasados, tal vez porque cuando éramos niños no teníamos responsabilidades, no conocíamos bien a bien las crisis, las guerras, los asesinatos, la mala política, etc. Y qué decir de las historias que escuchamos de gente mayor a nosotros, gente que nos cuenta de la buena música, los grandes escritores, los grandes actores, los inventos maravillosos, la ingenuidad del planeta, un mundo maravilloso.

Desde la víspera de entrada del año 2000 a nuestro calendario, una oleada de nostalgia se dejó sentir en el mundo, el hecho de saber que se terminaba un siglo para dar paso a otro hizo que las personas entráramos en un estado de añoranza por lo que fue y nunca mas volverá a ser, sin embargo, han transcurrido 10 años de eso y aún seguimos inmersos en los recuerdos, como esperando a que el pasado se haga presente, estamos aferrados a nuestra memoria colectiva como si se tratase de una mantita que nos ofrece seguridad  y confort mental.

Estamos estancados, y lo peor del caso es que de ese pasado que tanto anhelamos no hemos sido capaces de aprender cosas prácticas, como civilización seguimos cometiendo los mismos errores, las mismas imprudencias, ignoramos estrategias que pudiéramos explotar en beneficio de los habitantes del planeta, la historia, se dice, está condena a repetirse una y otra vez como una mala película en un canal de televisión abierta de bajo presupuesto, es película que a pesar de ser tan mala seguimos mirando cada vez que la programan en un domingo de ocio y apatía.

Si nos quedamos pensando en la inmortalidad del cangrejo, como se dice popularmente, corremos el riesgo, ya no de añorar los buenos tiempos, sino el “tiempo” a secas, la contemplación y adoración de un objeto o cosa que nos atrae de sobremanera ejerce en nuestra mente un efecto hipnótico que nos hace perder la noción del tiempo y el espacio, y es precisamente lo que nos ocurre con la añoranza del pasado.

Hemos convertido un sentimiento totalmente puro en una especie de droga que nos mantiene al margen de la acción para cambiar nuestro presente, necesitamos dar el siguiente paso, romper ataduras con lo que ya sucedió y con mucha mas razón si lo sucedido fue algo que nos retrasó como individuo y como grupo, ¿pero de qué manera se puede usar el pasado en nuestro favor?, es una tarea un tanto complicada, pero basta con agudizar nuestra capacidad de observación, nuestra capacidad de análisis, ver el pasado como una escuela de la cual podamos robar para aprender, informarnos sobre lo que pasa a nuestro alrededor, porque todo nos afecta directa e indirectamente, en fin simple y sencillamente no estancarnos en la no-acción, es pues momento de consumir el valioso tiempo dedicado a la contemplación y la añoranza e invertirlo en la búsqueda de estrategias que nos permitan la evolución de nuestro entorno, avancemos con la frente en alto, por más que el pasado nos llame para atraparnos y secuestrar nuestra atención no miremos atrás, de lo contrario podríamos convertirnos en estatuas de sal.

Eduardo Vargas

1 comentario:

  1. La historia es sin duda como un círculo, regeramos y le damos la vuelta una y otra vez. Sin embargo todo cambia y nos percibimos como otros, como si no nos fueramos de bruces siempre con la misma piedra.

    Mirar al pasado es saludable, ya lo decía Bob Marley, pero debe ser una herramienta para afrontar con entereza y unos gajos de sabiduría lo que se presenta en el horizonte.

    Dejemos pues la nostalgia para esas noches de café madrugador con refill en el Sanborns.

    ¡Bellísimo ensayo!

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