Ni siquiera la categoría de sexo queda fuera de la crítica. Si el género se refiere al modo en que el cuerpo sexuado es interpretado culturalmente, entonces el sexo, tomado como dato inmediato, como una lista de rasgos físicos del orden de lo natural no es más que una construcción mítica y compleja, una formación imaginaria, que reinterpreta los rasgos físicos a través de la red de relaciones en que se perciben; es decir, el sexo atribuye y asigna una unidad artificial al cuerpo, que de no ser por esa marca que el lenguaje impone el cuerpo sería un conjunto de atributos discontinuos; de esto se desprende que el sexo es discursivo y perceptual. El sexo no es más que un lenguaje que forma la percepción y ordena el modo en que los cuerpos físicos son percibidos. El sexo, aparentemente funciona como pegamento que le dará coherencia y significado al cuerpo
Digámoslo de otro modo, el hecho de que algunos atributos físicos sean nombrados bajo la categoría de sexo no deja de ser sospechoso. Preguntémonos, entonces, cómo se concibe la discriminación de los rasgos físicos como sexuales. El modo en que el pene, la vagina, los senos y otras partes del cuerpo son designados como partes sexuales no deja de ser una restricción del cuerpo erógeno y una fragmentación del cuerpo como totalidad. Pero esa seudo unidad que la categoría de sexo impone sobre el cuerpo no es más que una desunidad y una fragmentación, ¿acaso no todo nuestro cuerpo, sin importar la parte, es susceptible de sentir placer?, ¿no es todo nuestro cuerpo un cuerpo erógeno? La categoría sexo no hace más que fragmentar el cuerpo y esclavizarlo. El cuerpo desde el momento mismo que adquiere género, no es más que un esclavo del lenguaje. El sujeto, al adquirir la marca del género en su cuerpo, está desde ya atado a las cadenas de un decálogo, sea este femenino o masculino.
Daniela Hernández, Mta. en Teoría Psicoanalítica
No hay comentarios:
Publicar un comentario