La vida de cada humano cuando logra sobrevivir al desamparo es rarita, es rara, en inglés se decía, con tono despectivo e insultante: queer. El psicoanálisis revela que cada vida -al margen de nuestras identidades sexuales- que cada vida es una vida rara, rarita. Lo único normal es lo raro, lo rarito, mientras que lo más patológico y cargado de gran sufrimiento son las normas del deber ser. Por ejemplo, este periódico es raro, es rarito pues sale en tiempos de crisis, se lanza al público, en tiempos donde se afirma –con un exceso de imprudencia- de que no se lee. En estos tiempos sale este periódico: sí, él es raro pues implica una apuesta, sólo apostar permite decir que una vida es vivible. Lanzar esta publicación ¿No es un movimiento raro o rarito? Sí, lo es, pues se trata de una apuesta dar vida a tal o cual lugar de la cultura, incluso nadando a contracorriente.
La vida rarita es la que cada uno de nosotros vive, para el psicoanalista, si hay vida vivible, siempre es una vida rarita. Una mujer, un hombre, un joven, los infantes, los adolescentes, una anciana, un anciano tiene vidas raritas. La sociedad se encarga con demasiado énfasis de imponer el deber ser ante todo y por encima de todo, de ahí que el deber sea aplastante para cada quien.
¿Qué es lo que queremos aquellos que somos considerados raritos? Un psicoanalista es considerado un ejercicio rarito pues se ocupa de las cuestiones abyectas del espíritu, del alma. ¿Cómo es que el psicoanalista está tanto tiempo escuchando y leyendo los padecimientos de sus analizantes? ¿Qué personaje raro?¿Cómo hace para escuchar esas cosas? Si escucha, lee las abyecciones que nos muestran, cada noche, nuestros sueños, mismas que suelen provocarr inhibiciones, síntomas y angustias. Esa triada del sufrimiento está sostenida por el infierno del debe ser.
Según las más recientes novelas de autoayuda, los humanos, sean del sexo que sean sólo “quieren” que los abracen y recibir trato maternal, o más aún que los “apachen” ¿Será así? Estudios catalogados de científicos sobre la prevención del VIH/ SIDA, entre los adolescentes, lanzan una idea curiosa, para ser suaves en su calificación: las y los adolecentes “quieren” ser matados, por eso no se cuidan, ni previenen y de ahí que se infectan con el VIH/SIDA. Esos estudios a partir de calificar de rarita las respuestas adolecentes, dejan de lado una sencilla, y complicada, pregunta ¿Qué es lo que quieren y desean los raritos, sean del sexo o de la edad que sean cuando practican su erótica sin protección?
La psiquiatría, la psicología lleva ya mucho tiempo tratando de convertir la diversidad de vivir la vida en una “patología”, una” psicopatología”, un ”diagnostico” para darles a esas formas y , en particular, a esas vidas la calificación de enfermedad o de enfermos. Ante esa tendencia propia del control y del deber ser ¿Cuál será la salida posible?
Ante esos callejones sin salida, tenemos una respuesta en la superficie: salimos por el mismo lugar donde entramos al callejón. Al salir por allí localizamos que los callejones sin salida no son tales. Si se entra en un lado, por allí mismo se puede salir. Al salir del callejón del control o del debe ser nos encontramos con otro camino, más sencillo, más complicado y la vez más cercano a una vida vivible ¿Cuál es el objeto que mueve nuestros deseos? Preguntarnos por el objeto causante de nuestro deseo permitir desplegar la infinita variedad de respuestas a una pregunta cotidiana, que cada quien se hace a diario ¿Qué es lo quiero?
Esa pregunta se nos aparece al margen de nuestro sexo, de nuestra forma de vivirlo, de nuestra edad. Esa pregunta nos enfrenta a un hecho particular de los humanos: somos el resultado de un desamparo, y en el combate cotidiano para sobrevivir a él, se forjan nuestra vida del alma, eso que los griegos llamaron psique. Al recorrer varias veces, durante un psicoanálisis, los caminos abiertos por ese interrogante, a cada quien se le presenta un horizonte extraño y a la vez nuevo: la vida humana, en tanto vida del deseo erótico no se explica por una herencia biológica o un trastorno genético, nuestra vida subjetiva no corresponde a ninguna estructura de patología y/o psicopatología.
Carlos Pellicer con su obra, con forma de vivir al pie de la letra su poesía abría un horizonte que era más amplio que su individualidad. Se ha pretendido sostener –quizás de forma pre juiciosa- que eso sólo le pertenecía a él como hombre de letras. El psicoanálisis sostiene por la experiencia de cada analizante que eso no es así; al contrario, cada vida, una por una, es una vida rarita particular y singular. La vida rarita es la única forma posible de vivir el riesgo de una vida de manera que sea vivible.
¿El riesgo de una vida? Al caer en este mundo, ser arrojado en el mundo –Martin Heidegger- requerimos enfrentar ese desamparo que la caída; gracias a esa caída estamos en este mundo, Se requiere correr el riesgo de vivir, de arriesgarse para hacer, concretar y realizar aquello que nuestros deseos raritos nos proponen. Esa propuesta es la que una vida digna de ser vivible. Ante esa apuesta crucial, a cada quien le aparecerá otro interrogante ¿Has retrocedido ante la apuesta que tu deseo requiere?
Alberto Sladogna
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