domingo, 7 de noviembre de 2010

Muerte por placer

- ¿Y de qué murió? - Murió en la cama; un ataque al corazón - Por lo menos no sufrió.
- ¿Y de qué murió? - Ya estaba muy enfermo, su cuerpo no resistió más - Ya está descansando.
- ¿Y de qué murió? - Lo atropellaron cuando iba de camino al trabajo - Que mala suerte, pero a todos nos llega la hora.
- ¿Y de qué murió? - Estaba borracho y se “estampó” contra un poste - [Silencio]
- ¿Y de qué murió? - Murió de SIDA - [Silencio]

Si es que acaso existe una verdad universal, ésta es que todos vamos a morir en algun momento; sin embargo cada muerte es diferente. No es cuestión de decir que existen causas infinitas para llegar a ese momento, sino que cada contexto es individual y las reacciones ante la muerte de alguien dependen en gran medida de la identificación de un culpable: el paso del tiempo, el azar, la pasión, o las decisiones que tomamos día a día.

¿Qué pasa cuando creemos que la razón de la muerte de alguien es su propia búsqueda del placer? Cuando decimos que alguien “se lo buscó”, eso nos obliga a pensar que podemos ser nosotros los agentes causales de nuestro propio deceso y eso nos obliga a tomar (las más de las veces) una perspectiva moral.

Navegando por Facebook me encontré con una sorpresa: el “Obituario LGBTTTI Mexicano”; y eso me llevó a cuestionar mi propio conocimiento sobre el mundo de la diversidad sexual. El primer nombre en mi cabeza fue Carlos Monsiváis; después de él, desafortunadamente, mucha gente que en algún momento estuvo cerca de mi... pero cuando alguien muere de lo que menos se habla es de su orientación sexual.

En el México actual no son pocos los casos en los cuales, todavía, la familia de los hoy occisos intenta que la muerte de sus consanguineos pase desapercibida por el simple hecho de no haber sido heterosexuales; después de su muerte sólo hay silencio. Como si por el simple hecho de “entregarse al placer de ser homosexuales” hubiesen firmado un contrato que los obligara a morir prematuramente y en anonimato.

Hay quienes hoy en día todavía creen que aquellas personas que mueren de SIDA “se lo buscan” y “se lo merecen”; como si por placer lo hubiesen decidido. También hay quienes creen que un crimen pasional entre dos hombres es un tema del que no se debe hablar, y que si existe un crimen de odio por homofobia seguramente fue culpa del homosexual por haberse querido ligar al victimario.

La muerte, cuando está unida al placer y la culpa, lo único que provoca es silencio... y desafortunadamente los no heterosexuales hemos crecido acostumbrados a él. Es gracias a proyectos como el Obituario LGBTTTI* Mexicano y el Centro de Investigación y Documentación de las Homosexualidades** que a pesar de que no hemos podido romper el cerco del silencio, por lo menos hemos hecho al del anonimato tambalear.

*El Obituario LGBTTTI Mexicano recibe información a través de Facebook sobre cualquier persona mexicana de la diversidad sexual que haya muerto, sin importar la causa de su muerte.
**El Centro de Investigación y Documentación de las Homosexualidades está a cargo del Colectivo Sol y se dedica a recolectar y recuperar documentos históricos e historias de vida  de la comunidad LGBTTTI.

Pablo Herrera

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